martes, 27 de marzo de 2012

¿Qué cenamos?

Hoy, tortilla francesa.
Algunos pensarán: ¡qué bien! Rapidita, sencillita...y no voy a manchar la cocina ¡genial!... a mi alcance.
Pues ... lo siento... pero no.

Rapidita: no, porque antes veremos un poco de la triste historia de la "famosa"  tortilla francesa.

Lo que aquí se entiende por tortilla francesa, es esta comida insípida, sin gracia, de enfermo o de vago (con perdón):
Un huevo batido sin entusiasmo, para salir del paso en un día de prisa o pereza, y ¡hala! echado a la sartén, con desgana, con aburrimiento anticipado... sin más... ¡qué pena!...

Y mi pregunta al llegar a España fue: "¿Por qué los españoles llaman  a "esto", "tortilla francesa" si en Francia no hay una tortilla sino mil y a ninguna se la llama así?"
Misterios de traductores supongo. Como lo de la ensaladilla rusa me imagino.

La tortilla ... "francesa" (me resulta difícil hasta el escribirlo)... no existe como tal (ni con este nombre) sino que allí, la tortilla se hace siempre con algo más ...
Lo que sea: espárragos, o champiñones, o pimiento frito, o cebollino picado, o patata cocida, o tiras de jamón york fritas, o un restito de arroz blanco dorado en la sartén, o algo de espaghetti, o queso, o maiz, o brotes de soja, o corazones de alcachofas, o espinacas, o salmón ahumado, o verduritas varias, o queso (el que sea. Será por quesos...), o cebolla pochada, o anchoas, o pisto, o puerros, o morcilla, o acelgas...  pudiendo combinar dos o tres ingredientes con imaginación...¿sigo?... no hace falta, creo.

Todo depende de la inspiración del momento y de lo que haya en la despensa: hay tantas tortillas como cocineros (a mí, me gustan todas.)

Y ¿qué me decís de la tortilla-dulce-postre? : con relleno de gajitos de manzana dorados, flambeada con ron o con Cointreau, o rellena de frutos rojos, de chocolate, de plátano frito, de... me entusiasmo: se me hace la boca agua.

Lo que aquí se llama "tortilla francesa", comida para enfermos, en mi casa se la llamaba "tortilla sin nada" quedando claro que la tortilla normal es... "con algo".

Ahora bien... existe una tortilla que no lleva más que huevos y... algo de nata líquida pero...
... tan sencillita tampoco es: se baten las claras a punto de nieve y se incorporan a la mezcla de yemas y nata con suavidad, para que no se bajen las claras y luego se cuaja muy rápido.
De esta forma, queda como un "soufflé", muy burbujeante, muy ligera (bueno... de aspecto porque lo de la nata líquida ...) .
Y no se le da la vuelta sino que se dobla como una media luna. Y encima... es poética.

Es una especialidad del Mont-Saint-Michel (Normandía)
... y supongo que por ello se llama a la tortilla-de-huevos-sin-más... "tortilla francesa",  porque una mirada superficial no alcanza la untuosidad de su nata ni el misterio de su elaboración.


http://mont-saint-michel.toujoursplus.fr/mere_poulard.php

La versión española de "tortilla francesa" es un poco como "la petite robe noire" de Coco Chanel: este vestidito negro, imprescindible por socorrido pero soso... aburrida tortilla si se la sirve sin la gracia de sus complementos que le dan su toque especial.

Pompita en defensa de la tortilla francesa (la de verdad por supuesto: "rechacen imitaciones")
     y dedicada a ti, MercedesP. con una gran sonrisa desde mi "cocina".

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martes, 20 de marzo de 2012

Cuadernito de terciopelo

Hace poco, al hacer limpieza de estanterías, me dió por abrir un cuadernito que está siempre en el mismo sitio, entre dos libros: una agenda que no vivió su destino de contener fechas de citas importantes o de ser diario íntimo... y sin embargo, en cierta forma, cumplió con las dos cosas.

 
No habría sobrevivido a las limpiezas y mudanzas esta agenda, si no fuese por las citas de autores, las fechas imborrables de las poesías copiadas de poetas famosos; o regaladas, dedicadas por poetas anónimos y jovencitos cuyos escritos me hacen sonreir hoy con ternura por su carácter excesivo y sus afirmaciones inapelables; y también están los recortes de periódicos y revistas, marcando hitos, las fotos y las postales, los dibujos y las flores secas que se han despegado y se han vuelto polvo de recuerdos.

Y hojeo, me detengo, leo...

Y me maravilla comprobar que esta jovencita propietaria de la agenda, tiene los mismos gustos que yo :Verlaine, Baudelaire, Appolinaire, Supervielle, Aragon, Eluard ... muchos autores españoles también, por la gracia de una profesora con arte para comunicarnos su amor al idioma que tanto ha orientado mi vida: Lope de Vega, Rubén Dario, Bécquer, Miguel Hernández, Cervantes, Machado, Matute, Cela, Lorca ...
Y me sorprenden unas frases del librito rojo de Mao que ni recordaba y poesías traducidas del chino; otras en inglés también y frases en latín que ya ni sé traducir pero que no necesitarían traducción en esos tiempos por ser recién descubiertas.
Y recortes de periódicos sobre la guerra de Vietnam conviviendo con fotos de artistas, guiños de canciones de esas revistas "Salut les copains" y "Mademoiselle Âge tendre" que circulaban por debajo de los pupitres y que más de una vez terminaban en el cajón de la mesa del profe. ("Retiens la nuit", "Tombe la neige", "Ma liberté", "Mes mains sur tes hanches"... tantas...)

Y los cambios de la caligrafía, casi todo escrito con la pluma de tinta violeta, cambios dignos del interés de un grafólogo, a ratos redonda, a ratos picuda, recta o inclinada... caligrafía adolescente, variable, rápida, inquieta, que se busca.
Y fotos y letras de Brassens, Barbara, Brel... las tres B básicas de mi alfabeto.
Y descubro, que sí, sabía dibujar: no lo recordaba... no tuvo futuro. Rostros, narices, ojos... y me pregunto, sabiendo la respuesta: "Y esto ¿lo dibujé yo?... pues, no está tan mal." Y me río.

Y extractos de "Les nourritures terrestres" de Gide  o "Les vrilles de la vigne " de Colette y párrafos enteros de Zola por todas partes y frases sueltas del Boris Vian  de "L´écume des jours" y otros muchos autores franceses que alimentaron mi adolescencia.
Y todo lo anterior, alternando con Matisse, Monet, Picasso de la época azul y el Guernica (el recorte doblado porque no cabía en la agenda de 18 por 12 cms), El grito de Munch en blanco y negro y un paisaje de Cézanne (despegado) y un retrato de Renoir (en su sitio)...

Y compruebo en el calendario de la primera página, que mi cumpleaños cayó un jueves.
Otra fecha señalada, con nombre, pero sin rostro nítido hoy...  sólo silueta borrosa, de espalda. Páginas que quedaron en blanco. Un dibujo en tinta china negra. Una flor pequeña. Toda una página.

Y más cosas aún, contiene éste mi librito... muchas más...

Y compruebo que la agenda (no recuerdo con seguridad el color original de las tapas... creo que negras), tiene intacto el terciopelo verde-azulón con el cual la forré poniendo en práctica lo aprendido en la asignatura de manualidades (encuadernación, esmalte sobre cobre... ) que me encantaba.
Pero el canto del librito perdió algo de su color original y algunas hojas están sueltas... Fueron pegadas con cinta transparente que se despegó también, dejando dos tiras marrones de pegamento seco; y las hojas, otra vez sueltas, indómnitas y desgastadas sus orillas, se pasean fuera de su lugar de origen.

Duró su vida activa unos dos años y medio, tres... más que la de una agenda normal pero no tuvo continuación.
Se acabó una época y empezó otra... sin más.
Hubo un "antes de" y un "despues de" para esta agenda y su propietaria...y no sólo para su propietaria.



Me ha gustado reencontrarme con su contenido... que es parte del mío.

Hace unos meses entraron en mi casa y se llevaron muchas cosas "de valor" pero me dejaron mi librito: no tiene importancia más que para mí su riqueza, mi pequeño tesoro.
Ha vuelto a su sitio mi cuadernito de terciopelo, en la estantería, entre los dos libros de siempre que le protegen.
Hasta el próximo ataque del plumero... o de la nostalgia.

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martes, 13 de marzo de 2012

Secretos de cocina



Era la primera vez que venía ella a cenar y para deslumbrarla había decidido preparar unas recetas originales: presumía de ser buen cocinero y un chico detallista.

Se sentía seguro de si mismo: dominaba a la perfeccción el arte de la reconstrucción y de la esferificación, no tenía igual a la hora de ligar varias salsas a la vez o manejar el areómetro e incluso dibujar corazones caramelizados con el soplete especial. Y por si fuera poco, la técnica del nitrógeno líquido no tenía secreto para él.

Enlazados y tomando un aperitivo de besos hambrientos, habían subido los cinco pisos que llevaban a su ático; sin ascensor pero con vistas sobre los tejados de la ciudad que de noche les brindaría el toque romántico de bautizar estrellas.

-"No tardo nada. Te voy a preparar algo que te va a sorprender. Ya lo verás. Pón música si quieres."

Ella se quitó el abrigo y la bufanda; sonrió ante el aspecto mullido del impresionante sofá que ocupaba casi toda la superficie de la moqueta chocolate y recorrió con la mirada las cuatro paredes del exigüo pisito abuhardillado; dos de ellas completamente forradas de libros de cocina que acarició con la punta de los dedos, inclinando la cabeza. Abrió algunos, los olisqueó, leyó algunos párrafos subrayados y los cerró.

La "mousse de castañas perfumada de canela sobre compota de manzanas ácidas" (su postre estrella) estaba en la nevera.
La botella de kirsch también. Y las copas en el congelador, entre la cajita de sorbete de mango y la de croquetas de "gin-tonic".
Para la cena, se había decantado por un vino delicado con toque de roble y notas de frambuesa y mandarina y descorchó la botella con suavidad amorosa.
Había descartado la opción de las hojas de parra, por si ella no gustaba de su sabor algo intenso y había elegido unas suaves y afrodisíacas algas del Atlántico que iba a aromatizar con escamas de trufa blanca.
Preparó la témpura para los buñuelos de fresa sobre lecho de rúcula que acompañarían el mi-cuit de pato del Périgord, su segundo plato.

Ella había puesto música; se quitó los zapatos y se hundió en el sofá; acercó el gran cenicero negro reluciente y hojeó, una a una, las numerosas revistas de arte de la mesita baja. Picoteó del cuenco de frutos secos de forma acompasada, mecida por unas repetitivas frases de saxofón desgarrador y el discreto acompañamiento de platillos... que provenía del rincón-cocina, detrás del tabique de corcho aislante donde el músico-cocinero clavaba las corcheas de sus recetas.

-"¿Te ayudo?".... -"No tardo nada.".... -"Vale."

Aceite de canola, flor de sal, especias cajún, fondant, hummus con palitos de apio, zumaque para la vinagreta, mandolina para la chiffonnade, manga pastelera... lo tenía todo bajo control.
Guardaría el tofú para el desayuno, con pan dulce y frutas del bosque y ... ¿un café bombón quizás?...

La oyó hablar por teléfono y asomó la cabeza.
-"¿Todo bien?"....... -"Sí, sí."

Cuando el cocinero salió de detrás del biombo, llevando con arte su bandeja de bambú laquado, (sonrisa presumida, gorro de chef (color fucsia) ladeado y delantal negro impoluto), se encontró con el envase vacío y arrugado del refresco-sin y varios papelitos alrededor del cenicero negro repleto de colillas y cáscaras de pistachos... un arcoiris de pétalos desordenados de margarita deshojada... como manchas de colores en la paleta de un pintor.


"otro día."... "en el congelador"..."No te preocupes:"...  "Me voy a mi casa."...  "Guárdame"... "Es muy tarde."... "la cena"...  "el pizzero me"... "para"... "espera abajo."

Asombrado y dolido le encontró el amanecer...
...ordenando de mil formas el mensaje de los pétalos del desaguisado.

Y cuando, a la deshora del desayuno de una noche en grís, levantó la tapa que protegía el secreto de su primer plato (inmenso, verde lima, cuadrado y con esquinas onduladas)... su "omelette soufflée con emulsión de boletus a la pimienta rosa, coulis de grosellas y toque de physalis sobre hojas de menta escarchadas" ... yacía, sin más, deshinchada y nada apetitosa, en medio de un enrejado verde apagado de espaghettis de algas mustias salpicadas de lágrimas marrones (reducción de vinagre de Módena).

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jueves, 8 de marzo de 2012

Una persona


Su voz da felicidad desafiando al tiempo
Su figura erguida frente al aire da seguridad
Su gesto es generosidad brindada al mundo
Su carne es aleación básica
Su edad no tiene edad
Su cuerpo es a veces
        receptáculo favorecido por la Naturaleza

Su sexo es: sexo femenino.
            madre o amiga, esposa o hermana...
                           Mujer...
Palabra demasiadas veces discriminatoria
Cuerpo demasiadas veces maltratado
Mente demasiadas veces negada
Alma demasiadas veces pisoteada

Un ser que, para quien sabe mirar,
es mucho más que una simple palabra
                           Una persona.
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Me gusta dedicar muchas de mis pompitas.

 Normalmente son para gente que conozco,
      a veces mucho
      u otras veces sólo intuidas,
     que siento cercanas, en carne y hueso... o no.

 Hoy va dedicada a muchas personas.

Pompita para todas vosotras,
                       que habeís pasado por aquí.
Y también para todos vosotros
                       aunque no sea "vuestro día oficial".

 ¡Feliz día de hoy a tod@s!...
             y ¡feliz día de mañana también!



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martes, 6 de marzo de 2012

Las dos pipas

Fumaba.
Mucho.
Toda clase de tabacos.
Toda clase de cigarrillos.

Pero a veces, fumaba en pipa. Un tabaco que olía a miel de vivencias lejanas y dibujaba volutas azulonas, enturbiando sus ojos y las arrugas de su frente.

 A veces necesitaba esa niebla de sueños detrás de la cual se escondía.



A veces, pipa fascinante, una mano elegante sosteniendo una cazoleta beige en forma de huevo, una mano con historia de amistad fraternal.
Era la pipa de la melancolía, la de los días del recuerdo triste, la del silencio evocador que, en cada pausa del fumador, remontaba en el tiempo hasta llegar a la vida contradictoria, al encuentro incongruente en aquel sitio muy lejano, exótico y manchado, lleno de sangre de guerra; recuerdo pronto apartado para quedarse con unas imagenes de juventud alegre y ganas de vivir .

Y se borraban poco a poco las arrugas de la frente dejando paso a las de los ojos sonrientes...
Y se apagaba la pipa a la vez que se alejaba la tristeza de su rostro, rejuvenecido por los recuerdos.

Y entonces, abría el viejo album de fotos de piel suave y sábanas de papel de seda traslúcido donde dormía el amigo, comprobando que seguía tan joven y que la enfermedad todavía estaba lejos, comprobando que la pipa fue suya, comprobando el pasado de los dos, la vida de las dos familias, los hijos de los dos, celebrados entre platos de sus dos países, tan distintos;  padrinos los dos...más hermanos que hermanos... amigos.

Al cabo de un rato largo, cerraba el album. Limpiaba la pipa con cuidado; una caricia le confirmaba que se había enfríado la cazoleta y guardaba la pipa en su estuche forrado de terciopelo azul.


  Otras veces, la pipa, casi siempre apagada, estaba clavada en una esquina de su boca dejando sus manos, rara vez ociosas, libres para dar rienda suelta a su inventiva lúdica o práctica, compartida, paciente, risueña y parca en palabras...
En esos casos, la pipa era una pipa corta, tosca, sencilla, bonachona... herencia familiar de otro fumador empedernido; la boquilla mordisqueada y el tabaco, de paquetito cúbico gris azulado y áspero su olor.



Pipa evocadora de la entrega púdica, silenciosa... o de las risas, entre el pronto de raros puñetazos en la mesa y de los treinta y seis mil tacos... evocadora de los guiños burlones, de las canciones pícaras y de las explicaciones barométricas que nunca terminó...

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