martes, 26 de junio de 2012

Érase una vez.... (2ª parte y fin... creo...)

 

(...¿Por dónde íbamos?...)

 ¡Ah! sí...Suena el teléfono :

"¿Sí?... Ah! muy bien... ¿Me puede dar el número de la referencia, por favor?... Sí, apunto...
Cuatro, cero...Cero, siete, ocho, uno, siete... Uno, cero, cuatro, cinco, ocho, tres. Muy bien. Muchísimas gracias. Hasta luego."

Bien... ahora sí que se acabó.
Ahora sí que han huido mis duendes... asustados por el escandaloso ruido terrestre.

"No toque el hombro del jinete que pasa, se daría la vuelta y caería la noche, una noche sin estrellas......" escribió Supervielle."... y tendría que esperar que un segundo jinete, tan potente como el primero, decidiera pasar."

Tendré que esperar que el jinete de mi inspiración vuelva a pasar... con un duende (cítrico) en la grupa de su caballo.
Y tendré que amordazar el teléfono con el trapo de limpiar los cristales en cuanto me huela a cuento infantil detrás de la oreja.

Bueno... pues... seguiré con mis guantes de goma y mis tareas caseras...

 .....................................

"Al descolgar el teléfono, le sorprendió que la voz de su interlocutor oliese a mandarina pero pensó que sería por el nuevo producto de limpieza que había usado esa misma mañana...
 mas... el olor a cítrico revoloteó desde el aparato gris hasta el techo, donde una pequeña jirafa, colgada boca abajo, escupía entre hipos una cinta de seda tornasolada, verde, amarilla, anaranjada y...
...y la cinta se hizo ovillo, una irisada nube-cidra parecida a... a un genio de lámpara...
...un genio de lámpara, sonriente como una naranja en su árbol... un genio de lámpara que... que al crecer, empujó y derrumbó las paredes de la casa y se volvió pomelo gigante... cuyo olor... cuyo olor atrajo los 4007817104583 ojos verde-lima, redonditos como gominolas, de media docena de duendes .. que tomaban el sol en una terraza... del barrio 6/06 de las afueras del planeta Venus, bebiendo refrescos de gaseosa azul de la marca Cuca-Luna, donde flotaban hielitos de bergamota con forma de estrellas. Aquel día, los duendes..."

Aquel día, el lápiz-tigre se comió los guantes de goma y se quedó la casa sin barrer..



Y colorín colorado, el frotar se va a acabar... perdón ...   y colorín colorado, este cuento se acabó. FIN.
.....................................

Y ahora os dejo:
EAN*, voy a seguir de safari-tertulia con la araña-jirafa que está en el techo de mi desván y a sacarles brillo a las lámparas... a ver si sale un genio y me concede unos 4007817104583 deseos.

Bueno, con un par de ellos, me conformo. (pero mejor si son siete)

Pompita limpia con perfume de cítricos, soplada hacia todos mis duendes...
... y un gran vaso de zumo de naranja dulce
                                            para uno en particular.
* Nota de la autora:
 EAN = "Estudiando A Nostradamus"  (expresión muy usada en ciertos ámbitos extraterrestres.)

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martes, 19 de junio de 2012

Erase una vez...4007817104583 (1ª parte)



 Érase una vez... No...
Éranse dos veces... No...
Éranse 4007817104583 veces... No, tampoco... demasiadas veces... seguro que los niños no se lo creen. Son tan listos los niños de hoy en día...
Los adultos, puede que sí se lo crean pero...

Empiezo de nuevo: "Había en mi jardín... (¿Por qué en mi jardín? ¿por qué no en el jardín del vecino?...)

Vamos a ver... vamos a ver.
Miro el techo... busco... y no veo nada.
(Sí... una pequeña araña... "une araignée au plafond")
Mordisqueo el extremo naranja de mi lápiz-tigre (así llamado por sus rayas amarillas y negras... made in Germany... Staedtler Noris 2B)...

Con esta forma de empezar, no me saldrá un cuento para niños...
Un cuento para niños no se escribe con esto.
Un cuento para niños se escribe con... con gatos que hablan (pero que hablan sólo con niños; con adultos, no: los adultos no entienden a los gatos).
Se escribe con flores de formas y colores impensables y que también hablan (pero sólo entre ellas: las flores son muy suyas... ya lo dijo George Sand hace tiempo).
Se escribe con un niño malo que se vuelve bueno (o al revés) o con una niña cursi o preguntona o con un empacho de piratas, de gominolas o de hadas, o con... extraterrestres (sí... esto me gusta... con extraterrestres... gominoláfagos)

La idea está aquí. Me ronda...
Pero se hace la interesante, la coqueta. Va. Viene. La veo. Se esconde...
La idea es como un duende.
Un duende malicioso que lleva días, justo detrás de mi oreja, como una gota de perfume.
Un duende que me sopla en voz baja, palabras, frases... habla tan bajito que no oigo bien lo que me dice: sólo huelo su perfume, fresco (cítrico como dicen los entendidos en perfumes).

Este duende que revolotea a su antojo, me persigue desde hace días (desde que compré las gominolas...) pero siempre cuando tengo las manos ocupadas, no con lápiz-tigre sino con guantes de goma, ocupadas en limpieza casera (cosa que no interesa para nada a los niños ... y para ser sincera, a mí tampoco)

Entonces, apunto los susurros del duende en la "Carpeta-del-rincón-del-cerebro-reservada-para-susurros-de-duendes" (sí, aquí, detrás de la oreja derecha, porque soy diestra... supongo que para los zurdos será al revés) Donde la idea, decía, unas veces termina por germinar sola y se desliza su aroma desde la oreja hasta la punta del lapiz y otras veces termina por volatilizarse como la colonia fresca... y pierdo el oloroso hilo cítrico de tinta invisible de un cuento que (creo recordar) empezaba así:

 "Érase una vez, un jardín habitado por unos duendes que cantaban a voz en grito: ".4007817104583" haciendo juegos malabares con naranjas de la China y limones del Caribe..."

 (¡Ah! Parece que mis gafas especiales para oler-leer la "Carpeta-del-rincón-del...etc...etc...", funcionan de nuevo)...
(Sí... pero...este número 4007817104583... no sé qué hacer con él... un número muy grande para unos niños tan pequeños... o ¿no?... bueno, siempre lo puedo cambiar si veo que molesta a los niños...)                                                                                                   (continuará...)

La pompita explotó por culpa de las ondas grises del sonido del teléfono.

martes, 12 de junio de 2012

El número 62 de una calle cualquiera

 
 
Ya ha llegado al número 62 de esta calle empinada donde le ha tocado vivir.

Es una calle cualquiera, de nombre y aspecto sencillos... y no lo es: no pasan muchos coches veloces y ruidosos... tiene tramos sólo aptos para peatones, y con escalones desiguales y desgastados por el uso.

Algunos días, le falta el aliento; y apoyando la espalda en un árbol de tronco casi tan arrugado como su propia frente, se sienta un rato antes de entrar, recreándose en lo que abarca su mirada: la cuesta de todos los días que arranca en la parte baja y lejana de su ciudad natal, las puertas de colores distintos pero parecidas a la suya, algun pequeño jardín, unas tapias, y números que van subiendo por esta calle apartada del centro ruidoso.

Está empezando a caer el sol que se refleja en los ventanales de algunos antiguos edificios, puntos de referencia donde se enganchan los recuerdos de su vida.
Sonríe.

Y se levanta, ya recobradas las fuerzas: le esperan en casa.
Su mujer, con la pregunta habitual y reconfortante, cariñosa: "¿Qué tal tu día?"
Y sus dos hijos, con otras preguntas y el bullicio de sus proyectos que son suyos también.

Nº 62 de una calle diferente, entrañable.

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martes, 5 de junio de 2012

Casi centenaria


Este texto de hoy, no es mío sino la traducción de una canción de Lynda Lemay. "La centenaire"
No me gusta mucho traducir ciertos textos: es tan delicado; te encuentras tan expuesto/a a no saber transmitir el sentido exacto, el ritmo del pensamiento, la dulzura del texto original y a traicionar, por torpeza, la palabra de su autor.

Pero me decidí a traducirla por... para darle voz a quien ya casi no la tiene.

Desde la bruma silenciosa de sus ojos y sus oídos de
98 años, ella, normalmente tan dulce y paciente,
dijo con enfado:
 "Pero ¿qué hago aquí todavía?"
No sé exactamente a qué se refería con esta pregunta pero me vinó a la mente esta canción:





"  Llevo cien largos inviernos
  gastando el mismo cuerpo.
  He cumplido cien años ayer
  Pero ¿a qué espera la muerte?
  Todavía tengo toda mi cabeza
  está llena de recuerdos
  de la gente a quien he visto nacer
  y después he visto morir.
  He llevado tantos lutos
  que tengo ideas negras
  Y estoy aquí, preparándome,
  eligiendo mi ataúd.
  Pero el médico me repite,
  visita tras visita,
  que tengo una salud perfecta
  Y va y me felicita

  He visto la Primera Guerra,
  el primer teléfono
  Héme aquí . centenaria
  pero bueno.. a mí ¿de qué me sirve?
  Los grandes aviones rugen
  Hay una raya en el cielo
  Es como si el Eterno
  me hubiese tachado de su lista

  Llevo cien largos inviernos
  gastando el mismo cuerpo
  He cumplido cien años ayer
  Pero ¿a qué espera la muerte?
  ¿qué es lo que no he terminado
   que tendría que terminar?
  ¿perder un último amigo?
  ¿enterrar a mis nietos?

   He cumplido cien años ayer.
   Mi sitio ya no es éste.
   Está en el cementerio
   está en el paraíso.
   Si merecía el infierno
   pues está logrado
   porque soy centenaria
   y sigo con vida todavía.

  Yo he nacido con las velas,
  He crecido con el carbón.
  Por supuesto que me acuerdo
  del primerísimo fluorescente.
  He conocido la Gran Crisis:
  iba yo a cumplir treinta años.
  He conocido las iglesias
  con gente dentro.
 Yo he conocido los caballos
  y las tablas de lavar,
  y un río tan hermoso
  que podíamos bañarnos.
  Yo he conocido el sol
  antes de que fuera peligroso.
  ¡¡ pero qué vieja soy!!
  ¡ven a buscarme, por Dios!

  He cumplido cien años ayer
  y no es por falta de rezos
  pero parece que
  Dios se ha olvidado de mí.

  Entonces tengo cuidadoras,
  sólo nuevos rostros,
  unas amigas de paso,
  pagadas por semana.
  Hablan un idioma
  que jamás será el mío
  Y me da pena
  tener cinco veces su edad
  y mil veces su cansancio,
  inmóvil en mi ventana
  mientras ellas navegan
  tranquilas por Internet.

  Es cierto que espero la muerte
  pero no es por ser mórbida,
  es que tengo cien años en el cuerpo
  y porque todavía estoy lúcida
  Es que estoy hambrienta
  pero ya no hay nada que morder,
  Es que mi pasado se desborda
  y mi porvenir está vacío.
  Enseñan en la tele
  cohetes que despegan
  ¿me explicará alguien
  lo que me retiene en el suelo?

  Soy de otra época,
  pertenezco a la Historia,
  he tenido mis años locos,
  he tenido mis horas gloriosas,
  He tenido un buen marido
  y cuatro hermosos hijos
  pero todos se fueron
  a dormir en el firmamento
  Y yo soy la única que sigue despierta
  la única que vive y sigue viviendo.

  Me caigo de sueño
. Pero ¿a qué espera la muerte?"


.Para ti,
        esta pompita-abrazo que no leerás ni oirás nunca...
... perdida en la bruma de tus 98 años.

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