martes, 27 de noviembre de 2012

Sensaciones


No debí dejar la ventana abierta tanto tiempo.
No es más que un soplo de aire, insignificante tal vez, pero de repente me estremezco.
Luce un sol más pálido en esta época del año, inundando el salón, rozándome los pies al pasar, recreándose un menguante rayo en la taza del té que no he terminado de beber; juguetea su reflejo frío en la cuchara. Una cucharada de luz.
De luz sin calor. De sol de casi invierno.
Lo veo encima del olivo, en esta parte congruente del jardín que vislumbro desde el vértice de mi sillón, desde mi ventana.
Este cielo de otoño tiene hoy un apagado color azul de romero. Lo cruzan unas livianas nubes grises, deshilachadas por el aire fresco que sopla desde la sierra. No amenazan.
Pero noto como el peso de unos dedos fríos en mi nuca. Sensaciones. Insidiosas. Latiendo en las sienes.
No sé de dónde vienen. Pero sé que se cuelan en mí, se infiltran bajo mi piel.
Las noto, casi palpables.
Tengo frío.

Un soplo de aire otoñal me susurra al oído:
" Es hora de sacar otra vez las bufandas de lana de tres vueltas en espiral. Lo que se avecina es invierno."
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Pompita destemplada.

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martes, 20 de noviembre de 2012

Tienen vida propia...

 
- Ya no tardará. Me parece que oigo la llave en la cerradura.
- ¿Crees que hoy saldremos de paseo?
- Con ella, nunca se sabe.

Ella entra. Y entra con una sonrisa que dibuja paréntesis a cada lado de su boca. Se ha cruzado con su vecino de enfrente que salía justo cuando ella llegaba. Y siempre se saludan sonriendo, sin hablar.

Se pone cómoda. Se instala a la mesa delante de la ventana y abre el plumier.

- ¿Qué lápiz ha escogido hoy?
- Me parece que el verde, el de la punta roma, suave.
- ¡¡Bien!! hoy saldremos nosotros.
- Tranquilizaros: ya sabéis con qué facilidad se le cambia el humor; y el color del lápiz.

Ella trabaja en una fábrica de juguetes.
Y para escapar al gesto mecánico de ensartar todo el día cuentas de plástico para los collares de las muñecas, pasa parte de sus noches ejercitando sus dedos en una caligrafía que no domina.

Casi tanto como las palabras, le gustan los puntos, comas, comillas, puntos de admiración.
Le gustan mucho los punto y coma que parecen guiños cariñosos intercambiados entre exóticas palabras.
Pero sus preferidos son los puntos suspensivos... Y en los días de lápiz de punta roma, los saca a pasear, de tres en tres, como a ellos les gusta...
Los usa para escribir cuentos... tiene pensado uno donde los puntos suspensivos llevan de vuelta a casa a los niños extraviados...
Los usa también para dibujar balbuceos de enamorados que se unen con un cinturón de Orión...
Hoy, le han dado la idea de utilizarlos en un relato de intriga... una policíaca con pocos indicios...

-Esperad... Está dudando entre el verde y el blanco... Sí... Ha cogido el verde... Menos mal...

Los signos de exclamación suspiran aliviados. Cuando elige el lápiz blanco de mina dura, bien afilada, significa que está furiosa y entonces ¡se agotan pronto los signos de exclamación!
Los signos de interrogación ya no se preguntan nada; ¿para qué? Ellos saben que sea lo que sea lo que brote del lápiz, sea cual sea el color del lápiz, ellos siempre salen de paseo.
El punto final se lo toma con tranquilidad: no le llamarán hasta el amanecer.

Estaba terminando una pulsera a juego con el collar de la víspera, los dos de cuentas redondas y suaves, sólo ensartando puntos suspensivos de diferentes tamaños y tonalidades. Y estaba probándose la pulsera cuando llamaron a la puerta: tres toques leves y seguidos...
Era su vecino de enfrente, con un diario en la mano.

Una sonrisa de asteriscos iluminó su cara y lo miró con puntos interrogativos en los ojos.
Pero, cuando él la vio con este collar y esta pulsera, se le nubló la vista, se volvió loco, sacó unas tijeras de su bolsillo y ...

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En el piso, la policía no encontró más que un montón de cuentas de fantasía en forma de puntos, asteriscos, comas y comillas como lágrimas de plástico derramadas por el suelo.
Y en medio, una silueta femenina de papel de periódico a tamaño natural. Sin cabeza. También faltaba la mano derecha... Cortadas a tijeretazos rabiosos por la linea de puntos suspensivos que las ornaban...

De la joven china del ático, no se supo nunca más...
Ni de su vecino, el censor de la gaceta local...

Sólo el hijo de la portera que, a escondidas, se quedó con el plumier y las cajitas de puntuación sabe que entre las dos puertas del quinto hay tres gotas... tres gotitas como grosellas alineadas...

Pero quien estas líneas escribe sabe que existen más gotitas, todas diferentes, de muchos colores como los lápices del arcoiris de los niños, paseando por el mundo, por la vida, de tres en tres... y tienen vida propia...

Pompita para...

http://franpompasdejabon.blogspot.com.es/2011/05/puntos-suspensivos.html

domingo, 18 de noviembre de 2012

Otro error... lo siento

!"·#$%&/()=?¿ ....... Gracias por dejarme desahogarme ..... ¡¡¡¡¡¡Es que soy TORPE!!!!!!


Pero... "De los errores se aprende" ... y... "La mancha de mora, con otra verde se quita" :D :D :D 

Ps Sin comentarios por favor... snif...snif...

martes, 13 de noviembre de 2012

Rroû y la llamada


 Rroû es un gato. Un gato negro. Un gato diferente y entrañable a cuya vida nos acercamos de la mano de Maurice Genevoix, gran conocedor de la Naturaleza y gran maestro del idioma francés.

Hace años, una amiga mía recogió un gatito y estaba interesada en leer algo sobre ellos y le recomendé este libro (uno de mis básicos, bueno... uno más de ellos).
Al no encontrarlo traducido, me comprometí en hacerlo para ella, a razón de un capítulo por semana. Nunca había hecho nada por el estilo y me costó; pero me gustó mucho el reto.
El libro habla de gatos, de cómo los ven los hombres, de cómo seguramente nos ven ellos cuando se dignan en mirarnos (si es que lo hacen) y habla de más cosas de la naturaleza en general y de la naturaleza humana también.
Por todo esto, me atraía el reto. Y me asustaba algo también, no lo niego. Pero disfruté.
Y mi amiga también, leyendo las entregas semanales y ayudándome con sus críticas a corregir torpezas y sortear dificultades de traducción.
Y por todo esto le tengo tanto cariño a este libro.

Hace poco han pasado las grullas encima de nosotros.
Y volverán a pasar en marzo, me han dicho, en su camino inverso al de ahora.
Puede que algunos las oigan. Puede que unos pocos las oigan y las vean también.
Puede que en muchos su nombre despierte sueños de viajes lejanos.
Y puede también que oigan y sientan esta llamada.

"La llamada"... así se titula el capítulo del cual os traigo un extracto.
(A Rroû, convaleciente de multiples males, frutos de sus correrías salvajes, sus amos le han encerrado en casa para que se reponga. Pero nada detiene a un gato, ni nadie es su amo por mucho que se lo crea. Y  escapa, atraído sin remedio, visceralmente atraído por la llamada de las grullas, sinónimo de libertad.)

"... Pero ya otros gritos palpitan en los confines de la noche, se acercan desde el norte inclinándose hacia la casa. Rroû estira el cuello apasionadamente, clava sus ojos como dardos, pupilas dilatadas. Su cabeza erguida dibuja en el cielo el vuelo de las aves viajeras. Son grullas. Puede verlas en la franja de una nube donde el vuelo triangular clava su punta y desaparece. Pero pronto emergen, justo encima de la casa. Sus gritos roncos parecen precederlas: pasan, con las patas colgando, en medio de una estremecedora bofetada de alas.
Rroû ha maullado largamente en el borde del tejado. Su grito sin edad, en la noche atormentada, ha respondido a la llamada de las aves. Durante un segundo, su silueta brota como suspendida en el lindero del cielo, inclinada hacia el suelo impetuoso de las nubes. Y de repente desaparece, se ha zambullido en el torrente sin orillas donde baten las alas de las migratorias."

Y dejo que vuestra imaginación siga volando con ellas.
Y viajando con él.
                 Rroû. Uno de mis gatos preferidos.
Un gato que vive libre, cerca del hombre pero a su aire, en el campo.
Un gato que vive... en un libro precioso.

Pompita para él. Y para Maurice Genevoix por supuesto.

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lunes, 12 de noviembre de 2012

Un momento

Todos tenemos momentos alegres y momentos tristes, momentos vivos y otros muertos, momentos grises o azules o rosa o del color que más nos gusta o del color que más nos rodea.
Momentos inmóviles y otros en movimiento, unos de locura y otros de sensatez, momentos de análisis y otros de impulso.
Momentos de sol radiante
                        o de cielo nublado
                                     o de luna llena.
Todos de frontera fluctuante como las mareas.
Estos son sólo algunos de los ingredientes de la mezcla de cada uno, pero hay muchos más y cada uno conoce los suyos.

Y yo, hoy he tenido un momento "porque sí".
En forma de paquete postal que ha entrado en mi casa esta mañana como un rayo de sol .

Y dentro... Un tesoro del mar. Y una hoja de papel.


Mientrasleo.... mientras leo tus renglones azules y admiro la sonrisa rosada de esta boca que viene del mar, y me recreo imaginando el montón de palabras que escucharé de esta boca al acercármela al oído, mientras mi interior procesa todo esto, se me abre una sonrisa de fuera y sobre todo una sonrisa desde dentro.

No todos los días te regalan un tesoro en forma de
                              sonrisa.
Y la quería compartir con vosotros. Porque sí.

Gracias, Silvia. Muchas.

Pompita... porque sí.
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martes, 6 de noviembre de 2012

Las dos cabras y el laberinto

                                                         parte del rebaño, muy cerca de casa
Éranse dos cabras jovencitas que por curiosidad se alejaron del rebaño y sin saber cómo se vieron atrapadas en un laberinto.
Una había entrado por la puerta, despistada por el perfume de las clemátides que por allí crecían.
Y la otra intrépida había entrado trepando con agilidad pero no sin dificultad por encima del muro vegetal.

- "¡Bééé!" se oía en un extremo del laberinto.
- "¡Bééé!" se oía al otro extremo.

                                                          laberinto del Horta (Barcelona) (de la red)

Los pájaros, intrigados, volaban por encima y a ratos intentaban ayudarlas a superar la prueba del laberinto y a salir de allí. Pero solamente a ratos. Ya se sabe: los pájaros no tienen mucha cabeza y se distraen con el vuelo de cualquier mosca o mosquito. Y ni los mosquitos o moscas podían ayudar, ocupados como estaban intentando librarse del pegajoso hilo arácnido de Ariadna que se había roto en varios trozos... un lío, vamos.
Y las dos tontas (ya se sabe también que las cabras no se caracterizan por ser muy espabiladas; tozudas, sí y mucho pero espabiladas, poco) a veces andaban muy cerca, solamente separadas por una barrera verde un poco alta pero no se les ocurría cómo salvar la frontera o no veían necesidad de hacerlo.
Se entretenían comiendo flores del sendero, siguiendo mariposas multicolores o mirando el cielo (ilusas... como si de allí les fuera a venir la inspiración)

- "¡Bééé!" balaba la una.
- "¡Bééé!" contestaba la otra.

Además este laberinto no era muy común porque en ciertos tramos de los callejones sin salida, un paisajista con sentido del humor (o con mala idea) había sustituido la alambrada donde crecían aulagas espinosas y trepaba "barba de chivo", por muros de espejos de dos caras.
Y ya se sabe lo indigesta que es la barba de chivo para las cabras ¿verdad? Y cómo engañan los espejos. Con lo cual se complicaban las cosas.

Varias veces, creyendo haberse encontrado, se precipitaron y ¡zas! chocaron cabeza contra espejo, por ambos lados. 
Y aunque las cabras tienen la cabeza dura (esto también es muy sabido), se quejaban del coscorrón.

- "¡Bééé!" se oía a un lado.
- "¡Bééé!" se oía al otro lado.

Y ya se sabe: con tanto gañido, con tanto balido, con tantas quejas, ni meditaban las lechuzas durante la noche, ni cantaban los ruiseñores de madrugada, ni descansaban los ratones durante el día.

- "¡Bééé!"...
- "¡Bééé!"...

Muchas cosas están sabidas en este cuento ¿verdad? pero lo que nadie sabe es cómo acabó.
A ver si vosotros me lo contáis...

- "¡Bééé!"...
- "¡Bééé!"...

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Pompita para las cabras de mi pueblo que a pesar de podar el seto a su manera, me caen bien.

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