Trata esta historia de cuatro amigos,
compañeros, compinches, cómplices.
Los cuatro puntos cardinales. Y la música de los 32 vientos, nunca mudos.
Me gustan las veletas: las hay bien bonitas o curiosas... con sus cuatro puntos cardinales y su eje. Y me recuerdan algo...
Hay palabras que evocan con mucha intensidad. Y con la palabra "albaricoque" (una de mis frutas favoritas: color cálido, piel suave, sabor fino), me pasa siempre lo mismo: me vuelvo niña recordando un juego familiar de la infancia: después del festín que tenía lugar en el mismo árbol, elegíamos un hueso y, con paciencia y arte, desgastábamos sus dos extremos hasta el punto de obtener dos agujeros.
¿Por qué? ¿Para qué? para obtener una suerte de instrumento musical que nosotros llamábamos flauta (en realidad sonaba más bien como un silbato.)
Al cabo de algún tiempo, la almendra-semilla vibrando en el interior del hueso produce un sonido que según la habilidad (o torpeza) según la fuerza (o falta de) o según la dulzura (o impaciencia) con la que se sopla, evoca el canto de un ruiseñor de primavera o las preguntas de un búho o el chirrido de una veleta oxidada o ... el casi silencio con leve eco de caverna en el peor de los casos.
Trata esta historia de cuatro amigos,
compañeros, compinches, cómplices.
Los cuatro puntos cardinales. Y la música de los 32 vientos, nunca mudos.
Viven escondidos, al abrigo del hueso de los albaricoques; y cantan.
A veces cantan de dos en dos, o sólo uno, o tres...
Pero cuando cantan los cuatro a la vez es...
un vendaval, un tornado, un huracán...
El viento es siempre loco, sea suave o potente, juguetón o furioso.
Los vientos tienen nombres bien bonitos y evocadores...
En todos los idiomas:
vientos de aquí: "siroco, lebeche, cierzo, galerna..."
o de allí: "zéphir, autan, mistral, levant, tramontane..."
vientos bretones... "sterenn, mervent, kornaoueg, gwalarn..."
o vientos provenzales..." narbounés, aguieloun, eissero, ventureso..."
... Corazón, piel, mente, alma...
Y cómo suenen dependerá del hueso de la fruta elegida. No es lo mismo un albaricoque que un melocotón o una ciruela por ejemplo.
La música depende de tantas cosas ¿verdad? Toda música...
Y creo que cada música es cosa de genios.
Compositores-interpretes, cantautores sabedores de las reglas del arte, con oído fino e imaginación infinita.
Y de la intensidad con que soplan los cuatro amigos,
juntos o por separado.
La Rosa de los 32 Vientos,
con sus perfumes marítimos o terrestres
y con sus espinas también,
guía a los que viajan.
Pompita soplada desde mi tejado.
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