martes, 23 de diciembre de 2014

Tradición de generosidad dulce




A menudo tachadas (y no sin razón) de consumismo desenfrenado y comilonas, a veces con la crítica, se nos olvida que las reuniones navideñas alrededor de una mesa tienen sin embargo un trasfondo ancestral de generosidad para con el familiar, el amigo, el vecino, el que nos visita, el que está de paso o el necesitado.

Y os traigo aquí una tradición que lo ilustra:  tradición mediterránea,
muy vigente en Provenza y llamada allí

                           Les Treize Desserts... Los Trece Postres. 

Ya se hace mención a esta costumbre en el siglo XVII según algunos autores; olvidada y más tarde redescubierta por eruditos provenzales como Frédéric Mistral.
Y vuelta a revivir con fuerza desde principios del siglo XX.
Todo un símbolo de estas fechas en Provenza.

¿Cuáles son esos postres?¿Qué significan?
Son dulces que se ofrecen a diario desde la noche del 24 de diciembre hasta final de año.
Y tanto los ingredientes como la forma de presentarlos están teñidos de simbolismo de la religión mayoritaria allí (su número recordando la última Cena, algunos de sus ingredientes, la forma ritual de presentarlos etc...)

Pero también de forma más amplia, llenos de la generosidad de cualquier "credo" que rodea el "mare nostrum" puesto que son brindados desde el deseo de compartir las riquezas de una despensa mediterránea con quien se acerca a una casa que tiene la suerte de tener tal despensa.

Desde principios de septiembre, aquellas despensas se llenaban  de los dones de la naturaleza atesorados por manos previsoras.
Y constaban sobre todo de frutas y frutos recolectados pensando en el invierno y también de dulces elaborados con ellos.
Y siguen así.

Sobre una mesa instalada con este fin y de forma permanente durante estas fechas, se colocan fuentes llenas de manjares sencillos:
Uvas pasas, higos secos, avellanas y almendras,
conjunto llamado "Les quatre mendiants" (cuatro mendigos, por referencia al color del hábito de las órdenes de monjes mendicantes)
dátiles, peras, manzanas, ciruelas pasas, naranjas,
"nougat" negro (una clase de guirlache casero), turrón blanco, fruta confitada (o carne de membrillo).
Ingredientes que pueden variar un poco según los recursos de la comarca o del pueblo o de la casa.

Pero lo que no falta nunca en esta mesa es un pan dulce, una clase de torta de forma variable, a veces redonda, a veces plana, a veces artísticamente moldeada, hecha de harina, azúcar y aceite de oliva en su versión original, a veces enriquecida con huevo y leche, a veces perfumada de anís o azahar.

Se lo llama "poumpo a l´oli" en provenzal
o "pompe à huile"...  bomba de aceite.
Una versión dice que el nombre le viene por la cantidad de aceite que puede absorber la harina, otra por su forma generalmente redonda, otra por el ruido de pompita crujiente que hace al romperla...
Aunque los entendidos no se ponen realmente de acuerdo sobre el origen de la palabra.
Cosa que poco importa a la hora de romper la  "poumpo a l´oli"
y compartirla.

Les Treize Desserts... Los Trece Postres...
Todos presentes muy humildes
pero ofrecidos con generosidad, con corazón, y acompañados generalmente de la alegría de un vaso de vino dulce de la región.

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Os deseo tener en vuestra casa una mesa llena de cariño
para quien os visite en estas fechas.
Os deseo encontrar una mesa igual en cada casa que visitéis.
                   
                                     Mi deseo de Navidad.  

Y deseo que haya mesas surtidas y acogedoras como éstas
en cada rincón de la Tierra,
todos los días de año.
                                      Mi deseo para 2015.

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Mi pompita de hoy para vosotros. De todo corazón.



¡¡¡ Sed buenos y pasadlo bien !!!

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martes, 25 de noviembre de 2014

Es lo que me dicen...



Es lo que me dicen últimamente:
mi lápiz-tigre,                          
mi rotu violeta
mi cuaderno de divagar
mi cacharrito
mi reloj
... y mi sombrero.

Y mientras no nos pongamos de acuerdo para coincidir ...
                           ... me tomo mi tiempo, mirando el cielo.

PS Que nadie se preocupe ;)... ni se alegre. :D
                                                  ¡¡Amenazo con volver!! ;)
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martes, 11 de noviembre de 2014

Siete virtudes tiene la sopa

Para olvidarme un rato de sopas bobas o de sobres, bocatas de chorizos podridos y comistrajos varios cocinados en la oscuridad, (batiburrillo de ingredientes sumamente indigestos, altamente perjudiciales para la salud), apagué la tele, encendí la chimenea con el periódico y me metí en la cocina a preparar una sopita de las mías para entonar mi estómago revuelto y quitarme el mal sabor de boca.

Y eligiendo ingredientes, me pregunté: "¿Por qué me gusta tanto la sopa?.. ¿Qué es una sopa?..."

Ya sé... otros se preguntan cosas más trascendentales del estilo:

 "¿De dónde venimos?" 

o "A dónde vamos?" (esto sobre todo) 

Pero como a esas preguntas nadie sabe contestarme pues yo... 

a lo sencillo: la sopa.


"Una sopa es una preparación culinaria que consiste en un líquido con sustancia y sabor. En algunos casos posee ingredientes sólidos de pequeño tamaño. Una de sus características es que se ingiere con cuchara."

Vale... si lo dice el diccionario habrá que creérselo... pero a veces el diccionario es muy frío con su exactitud ¿no?... 
Le falta poesía, le falta sal, le falta calor, olor, sabor...
Y cuando se trata de sopa me gusta más, sobre todo en esta época del año, que tenga todos estos buenos ingredientes , que la sensación sea de calor, que se huela, que tenga vida, que...
Decididamente, me gusta más la definición del refranero. 
Es que soy refranera. Y "sopera" desde pequeñita. 
Estilo Guille.

 
Y como dice el dicho (ya sé... redundante. Pero no me gusta esto de "como reza el dicho" ¿Por qué tienen que rezar los dichos?...)
Vale. A lo que iba que si no la sopa se me va a enfriar: 

       Siete virtudes tiene la sopa: 
          Es económica,
          quita el hambre
          y la sed apoca,
          ayuda a dormir,
          no cuesta digerir,
          nunca enfada,
          y pone la cara colorada.  

Siete virtudes. Siete. No podía ser otro número. 
Para mí, el siete es mágico. Y la sopa también.

A los que no gustan de ella... pues... Les recomiendo que hagan una sopa de letras para pasar el tiempo mientras otros disfrutamos, cucharada a cucharada, de una de ellas.
(aquí hay siete sopas más dos de propina para el verano. 
... ¿O son dieciocho en total?...)


Pero os advierto que, según otro dicho:
                    "El que no se come la sopa, no crecerá"

Y como hoy, a pesar de todo, me levanté con espíritu lúdico y refranero, os dejo también una adivinanza:
                "¿Qué hay que darle al maridito, 
                después de la sopa, para tenerlo sanito?"... 
(Y añado de mi cosecha: " y a la mujercita también". Faltaría más.)

Pompita chup, chup desde mi sopera.
Y con una gran cucharada de sonrisas para sazonar.


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martes, 4 de noviembre de 2014

Belleza



Hayas de cálidos colores donde trinan pájaros tranquilos.
Abedules susurrantes de corteza variegada.
Abetos olorosos de troncos erguidos.
Arces, guindos, pinos, tejos, acebos, fresnos, sauces, álamos...
Algunos asediando las alturas, luchando para conservar su verticalidad paralela a la vertiente abrupta de la montaña milenaria.
 

Montaña que las temperaturas extremas consiguen erosionar en chorreras grises de piedras estériles entre silencio y estruendo; y sin embargo refugio mineral de un mundo animal escondido, insospechado.


Hierba rala emulando al páramo horizontal e inhóspito de la cima, azotado por vientos cortantes, sin olor. Cielo infinito. Luz cegadora.


Agua ensordecedora buscando su camino, forzando a la roca con constancia, arrancándole sus secretos.


O, domada por ella, plácido reflejo del conjunto.


Y las aves. Libres.


Todos componentes de este espacio de luz cambiante.


Todos protagonistas en cada recoveco del caminar ilusionado.

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martes, 28 de octubre de 2014

Pensando en Brassens

"Es tan imposible traducir la poesía como es imposible traducir la música."

Esta frase de Voltaire, me la hizo conocer, hace años, un alumno especial.
Especial por muchas razones:
Estaba yo acostumbrada a alumnos de mi edad o menores la mayoría.
Y con él, había algo más de cincuenta años de distancia temporal.
Él, jubilado todavía activo que seguía ayudando a su hija a llevar las riendas del bufete que había iniciado su propio abuelo creo.
Y yo, recién llegada aquí, jovencita, y profesora todavía inexperta.

Y para mí, era especial también por ser un gran admirador de
mi muy admirado Brassens.

Y ese alumno bastante díscolo que, si bien se doblegaba a ratos a los imperativos de la gramática francesa que tenía bastante oxidada, siempre que podía me llevaba por el camino brassensiano.
Y yo... tratándose de Brassens ¡me dejaba!
Las clases eran siempre en francés por supuesto, desde el mismo momento de entrar en ese despacho (olor a cuero y a los libros viejos que lo forraban por tres lados de suelo a techo) hasta la hora de salir a la calle y encontrarme, de repente cegada por el sol, como saliendo de otro mundo, para seguir mi recorrido de alumnos particulares.

Y eran siempre un gustazo de intercambio de conocimientos donde yo, por supuesto, me llevaba la mejor parte, vista la amplitud de su cultura.

Y un día me pidió, nada más empezar la clase, que intentáramos con un poema que Brassens tradujo en canción.
Canción que me confesó le encantaba por la musicalidad de las frases pero que no estaba seguro de comprender del todo.

Aparté los previstos y aburridos ejercicios de subjuntivo y entre los dos, nos salió esto que os traigo como mi homenaje anual a Brassens.
Y homenaje también a Hermenegildo, cuyo apellido he olvidado pero cuyo nombre siempre me viene a la memoria cuando escucho esta pequeña maravilla de poema de Antoine Pol.
Brassens lamentó no haber llegado a conocerlo en persona... como pasa con "Las transeúntes" del poema.



                                                  https://www.youtube.com/watch?v=wCqTuP1JdFo
 
Quiero dedicar este poema
a todas las mujeres que uno quiere
durante algunos instantes secretos.
A las que no conocemos apenas,
a las que un destino diferente se lleva
Y que no volvemos a encontrar jamás

A aquella que vemos aparecer
un segundo a su ventana
y que, rauda, se desvanece
pero cuya esbelta silueta
es tan linda y delgada
que permanecemos embelesados.

A la compañera de viaje
cuyos ojos, encantador paisaje,
hacen parecer corto el camino.
A la que, quizás,
somos el único en comprender
y que dejamos sin embargo bajar
sin haber rozado su mano.

A las que ya tienen dueño
y que, viviendo horas grises
cerca de un ser demasiado diferente,
nos han dejado, inútil locura,
ver la melancolía
de un porvenir desesperante

Queridas imágenes vislumbradas,
esperanzas de un día, frustradas,
estaréis en el olvido mañana:
A poco que la felicidad sobrevenga
es raro que uno se acuerde
de los tramos del camino

Pero si uno erró su vida,
con un poco de envidia, sueña
con todas estas felicidades intuidas,
con los besos que no se atrevió a tomar,
con los corazones que, quizá, le esperan,
con los ojos que jamás ha vuelto a ver.

Entonces, por las tardes de cansancio,
poblando la soledad
con los fantasmas del recuerdo,
lloramos los labios ausentes
de todas estas bellas transeúntes

a las que no supimos retener.

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martes, 14 de octubre de 2014

Se llaman Plic... 1


Ha sido largo su viaje y están impacientes por llegar. Traen en su equipaje recuerdos y regalos para todos: frasquitos de perfumes exóticos y vistosos collares de semillas, chales de gasa brillante y poesías lejanas, susurros de arpa, repiqueteos de castañuelas y voces de timbales.

Y llegan, cabalgando melodías. Y prestas, acuden a su cita anual.
Comprueban una vez más la hora tic-tac, tic-tac, tic-tac.
Las esperan. Tienen que llegar. Las esperan desde hace meses.
Y también se preguntan qué les va a tocar en suerte: ¿un tejado con pendiente? ¿un árbol con sus ramas abiertas, listas para el abrazo? ¿una flor rezagada? ¿las plumas de un gorrión?...

Son muchas. Inexpertas, algo inquietas (para algunas es su primer viaje). Pero confiadas se dejan llevar por el viento del oeste y después de un aterrizaje a veces algo brusco, por fin llegan a su destino.

Todas visten la misma capa transparente; y como acróbatas se deslizan a lo largo de hilos invisibles y mágicos. Todas impregnan con su frescor el ambiente que rodea la casa. Y las rocas de la sierra se vuelven olorosas apenas las primeras en llegar resbalan en ellas.
Cuando se paran, estancadas en el musgo o enganchadas en una teja,
abren suavemente sus alas irisadas y de ellas salen unos seres diminutos cuyos ojos brillantes nos hacen sonreír:

                                    Son las hadas trotamundos.

Las hadas viajeras, llamadas también "hadas Plic".
Se parecen tanto que casi todas se llaman Plic.
Otras no. Otras se llaman Ploc.
Pero no quiero hablarte de las Ploc: son los seres más malvados , destructores, malolientes y antipáticos que existen.

Las hadas Plic, al contrario, son buenas, generosas, cantarinas y alegres y han viajado a lomo de nubes blancas o azules que les prestan sus reflejos para acudir preciosas y veloces a su cita con el otoño que las adora.

Empujadas por mil vientos. Decorando mil cielos de acuarelas.
Alegrando mil bosques. Refrescando mil campos.

Y si oyes esta canción: "Plicplicplic... Plicplic... Plicplicplic...",
seguro que se te abre una sonrisa al imaginar a las hadas de la lluvia.

Las tendrás que imaginar porque no las verás: son demasiado pequeñitas; pero oirás que se llaman, se encuentran, se abrazan, bailan, cantan y se tiran felices y jubilosas desde lo alto del tobogán del tejado.
Escurriéndose luego, mansamente, hasta las hojas de la madreselva donde se paran un rato a descansar...


Luego caerán, una tras otra, en la tierra donde les espera otro viaje,
no menos largo y emocionante.

Pero esto es otra historia que te contaré... otro día.

Pompita para Ana María, para el día que pueda leerla. ;)

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martes, 7 de octubre de 2014

Las rosquillas de la Abuela

Cuando los muchos años pesan en el cuerpo, cuando los dolores se instalan en cada articulación para no moverse de allí, cuando las piernas ya no pueden disfrutar pateando, inquisitivas, las tiendas del barrio o de más lejos, cuando la mente tiene a la tecnología como una barrera entre generaciones, cuando el presupuesto no se puede estirar más siendo su pensión tan escueta y sus nietos y bisnietos tantos...
¿Qué hacen las abuelas para seguir agasajando con cariño a los retoños de sus propios hijos como lo han hecho toda la vida?...
Ni los ojos cansados ni los hombros agarrotados pueden ya tejer jerseys o coser vestidos para abrigar cuerpos tan grandes.
Ni sus conocimientos sirven para comprar libros para mujeres y hombres de lecturas tan insospechadas para ellas.

¿Qué hacen?...
Pues hacen lo que sus manos algo torpes pero aún inquietas las dejan hacer todavía para participar en el cumpleaños. Aunque no les quede muy claro el número ya alcanzado por el chico o la chica del día especial. Son nueve nietos y cuatro bisnietos (más otro en camino) cuyos nombres y fechas se mezclan a veces.
¿Qué hace...?
Hace lo que sus nietos todos le agradecen con mimos emocionados y alaban con una frase redonda e inapelable:

                        "Como las rosquillas de la Abuela, ninguna."


Sabéis que me gusta compartir recetas con vosotros pero... lo siento, hoy no puedo. Hoy, no hay receta.
Primero porque cada familia tiene Su receta que es la mejor por supuesto. Y seguro que tenéis la vuestra. ¿verdad?
Y luego porque, si bien conseguí hace unos meses sacarle, casi a traición, a mi suegri, a la Abu de mis hijos y sobrinos, su receta tan celosamente guardada durante años (siempre dada por supuesto pero omitiendo pícaramente el ingrediente-truco secreto que las hace únicas), me vais a perdonar pero no puedo disponer de una parte de la herencia de mis hijos y sus primos.
¿Me entendéis, verdad?

Sólo deciros que son las mejores del mundo mundial, sin duda alguna.

          Es que... "Como las rosquillas de la Abuela, ninguna."

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martes, 30 de septiembre de 2014

El duende de la niebla




Llegó. En silencio. A pasitos insidiosos. Con su gorro de fieltro gris.
Tiñendo ramas, desdibujando a los pájaros, diluyendo el cielo.
Tejiendo grises rayos de sol apagado.
Infiltrándose, impregnando cada resquicio su aliento frío.
Llorando en fondo gris sus gotas diminutas y sin olor que apenas dejan huellas desmayadas de ceniza mojada en los dedos y las ventanas.
Las ventanas, efímeras pizarras de cristal gris donde niños encerrados soplan y dibujan siluetas troqueladas, animales inexistentes,
estrellas de fantasía.
Estrellas que se escurren en el cristal de las ventanas, que se esfuman, que se desvanecen como añorados recuerdos veraniegos.
Tiritando en lo alto del tejado. Destilando melancolía. 
Llegó el duende gris de la niebla sin eco que todo lo borra,
lo calla, lo diluye...
Mélancolie 
 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Verano que se va, otoño que llega



En esos últimos días del mes, el sol sigue cálido, incluso en las alturas, incluso temprano.
En el sendero semi sombreado escucho pájaros que no veo.
Me paro y descubro otros que no conozco. Y plantas humildes de un verde ácido y fresco, sorprendente a esas alturas del año.
Cada roca me habla, repleta de otros pasos solitarios que no adivino más que en su desgastada suavidad brillante.
Cada árbol de nombre olvidado que acaricio con la mirada, cada fuente fresca donde me inclino para beber.
Mis dedos juegan con piñas diminutas y verdes, recogidas en la arena del sendero escarpado. Caídas antes de madurar.
Su olor y tacto pegajoso evocan otros años y otros pinares.
Y acaricio también con la punta de los dedos las asperezas de unas piñas semiabiertas, algo secas, de otra estación. Ocultas en un recoveco apenas visible, un a modo de capullo verde tierno que las cobija. Escondrijo vegetal y oloroso desde el cual se vislumbra otra peña, otra futura meta.
Lejana y recortada en su cielo limpio y tranquilo.
Unas aves lo animan un momento con su vuelo pausado y circular.
Se alejan.
El griterío de una bandada de otras aves, negras, sin identificar, cruza sus aguas limpidas.
Cielo... azul luminoso de primeros días de otoño que se asemejan a otros días de pleno verano.
El sol, cauto en las primeras horas, calienta el aire a medida que discurre la mañana entre los pinos.
Las escamas desprendidas de su corteza agrietada, caídas en el suelo, crujen al pisarlas, volviendo rumorosa la quietud de la bajada.
Huelen bien sus resinas transparentes. Me gusta su aroma algo acre, penetrante.
Unas nubecillas de luz, jugando al escondite entre las copas, se emborrachan con el leve perfume de savia sudada que fluctua, envolvente. Y precipitan su repiqueteo ambarino en mi cara y mi mano con repentinas gotas de breve chaparrón imprevisto que, lejos de refrescar, acentúa aun más la sensación de calor. Y el olor de las acículas pardas que tapizan algunos tramos del recorrido.
Una avispa, desorientada, buscando no sé qué, se posa en mí un instante. Y se va, dejándome en los labios la sonrisa de un momento mágico, inesperado y sorprendente.
Hace calor. Hace quizá demasiado calor al sol de este principio de otoño.
Me gusta para mí este calor a destiempo. El ultimo del año seguramente.
Pero pienso en los árboles... En todos los árboles que me rodean...

Pobre arbolito serrano tozudo ¿dónde se te ha ocurrido enraizar, en tu despiste? tan cerca del agua y sin embargo tan lejos. Inaccesible. ¿Será clemente contigo el otoño incipiente? ¿Acercará el riachuelo algo de su agua episódica a tus raíces sedientas? ¿Conservará para el invierno algo de calor la roca donde te obstinas en vivir?
¿Cuál será tu futuro?...



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hoy, el mar es un bolero


Llevaba algunos días con un revuelo de mariposas azules en el estómago. 
Mal presagio. Mi estómago, mi otro cerebro, nunca me falla. 
Y menos cuando se asoma la luna menguante a mi ventana abierta de par en par.
La noche anterior, desde mi insomnio sin sueños, presentí tu respiración inconfundible, este movimiento rítmico tan tuyo, este murmullo sordo e incesante que a veces mece y otras exaspera. Como mece o exaspera tu vaivén de viento y calor al cual nunca me acostumbraré.
Y al levantarme esa mañana, los ojos todavía perdidos en el ensueño brumoso del horizonte, desdibujado entre mar y cielo, noté como tu mirada normalmente azul profundo se había vuelto de un gris metálico que no auguraba nada bueno.
La ancha frente rodeada de espuma gris, mas arrugada; los hombros hinchados de fastidio. Y por encima de todo, este ronco ruido lejano, este rumor constante. Oleaje removiendo sin pausa el fondo y la superficie, alejando a los charranes, silenciando a las caracolas. A tu manera, obsesiva e incansable.
Sin embargo, a media mañana, el aire silencioso se volvió de nuevo mas respirable. 
Incluso empezaste, provocador y juguetón, a lamerme la punta de los pies, mientras me descalzaba frente a ti, confiada.
Y con ganas me zambullí de cabeza entre tus abrazos envolventes, llenos de burbujitas a la vez refrescantes y cálidas.
Pero en un descuido mio, tu esencia versátil me tiro al suelo, mis rodillas raspándose entre los guijarros de tu orilla, llenándose de sal mis ojos y mi cabeza; mi cabeza, patética, risible, aprisionada bajo el pelo apelmazado semejante a una medusa, cegándome, levantando ampollas hasta en mis ideas, sin entender tu broma pesada.
... Ya sé que todos los años te digo lo mismo. Pero tú sabes que te soy sincera aun en mi inconstancia contradictoria.
Y aunque no me creas, te lo repito: "Volveré. Como cada septiembre. Eres mi pecado venial y por mucho que las raíces de los árboles me aten a mi tierra serrana lejos de tus olas. Y volveré. Siempre vuelvo. Y siempre con la misma ilusión."
... Aunque este año me eches de tu vera de esta forma brusca y desconcertante.
"Y hoy me mata de tristeza tu actitud" como dice el bolero. (sabes también que me gustan los boleros y las rancheras que tienen para mi el ritmo de tus mareas.)
 Y te lo repito y te lo repito y no me cansaré de repetírtelo:
"Volveré. Volveré. Como siempre...Ya te echo de menos."
...................................
En ese ultimo día, el mediterráneo se embraveció algo y me puso la zancadilla. 
O yo fui torpe y perdí el equilibrio...
El caso es que me hizo tragar agua salada.
Y no nos despedimos con un ultimo abrazo, como siempre lo hacemos...
... "Como siempre"... otro bolero.
Hoy, el mar suena como un bolero.

martes, 2 de septiembre de 2014

Dentro de un ratito...


... dentro de un ratito, vuelvo y sigo. Prometido.

Besos de todos los colores,
          achuchones apretaditos
                   y sonrisas para todos.

PS Sed buenos mientras yo esté disfrutando de la tumbona...
         si me dejan mis mosquitos, mis avispas... y mi gato... ;)
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martes, 26 de agosto de 2014

Nos vamos al cine

Pues sí. Hoy os llevo al cine si queréis.
Pero primero vamos a ser originales y pasar por... la cocina.
¿Por qué? Pues porque el título de la peli de hoy es también el nombre de un plato provenzal muy veraniego.
La "ratatouille" o lo que es lo mismo: el pisto.
Ya conocéis los ingredientes:
Aceite de oliva, pimientos verdes, berenjenas, cebollas, ajo, calabacines y tomates.
Más las hierbas aromáticas que realzan el plato con su toque sabroso: tomillo, romero y perejil. Sin olvidar una pizca de sal.

(Cierro los ojos y...sólo con estos nombres, huele a verano y a Provenza para mí. La cocina también es una forma de viajar.
Y viajar una forma de descubrir también la gastronomía de otros lugares. ¿verdad? ;)

En la olla, se ponen a freír-pochar los ingredientes sin pelar (salvo los tomates que sí pelaremos despues de escaldarlos) y picados bastante fino, de uno en uno y en el orden susodicho porque no todos necesitan el mismo tiempo hasta al alcanzar la misma consistencia. (más tiempo para los pimientos y menos para los tomates)
Me gusta hacer este plato al descubierto, con tranquilidad, chup, chup, de tal forma que se vaya evaporando el agua de las verduras y se quede sólo su "carne".
Y ya. ¿Facilito, no?...

Pero sobre esta receta de toda la vida, se pueden hacer variaciones, dejar volar la imaginación, la fantasía, dar un toque personal... me gusta este lado lúdico de la cocina.
Por ejemplo... Una vez hecha la "ratatouille" (o pisto) se vuelca en una fuente para horno, se cubre con unas rodajas muy finas de patatas a medio freír, se espolvorea con abundante queso rallado y se mete en el horno hasta que se dore el queso... ¡De chuparse los dedos!

                                                      Bon appétit!

........................................................
Y ahora sí:  nos vamos al cine para ver "Ratatouille".
Para mí, una pelicula deliciosa, de ingredientes variados y sabrosos:
dibujos animados, animalitos, cocina, personajes entrañables, sentido del humor, una historia de amor, París...Insisto, una delicia de película.

Espero que os gusten las dos cosas: el plato y la pelí.

                                         http://www.youtube.com/watch?v=ZJWYOTNgRGo


Pompita de verano...  y gastronomía, de cine.

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martes, 19 de agosto de 2014

En una terraza de verano


- No sé cómo aterricé aquí... Creo que apunté mal la dirección...pero no se está tan mal. Me gusta el ambiente. Y me gusta la música también: tienen buenas chicharras. ¿verdad?
Y ¿tú?... ¿vienes a menudo por aquí?...



- No, es la primera vez. Y entré por la carta. Pero resulta que esta planta tiene un sabor raro. ¿No te parece? Esta comida exótica no me va. No creo que vuelva... ¿Cambiamos de tiesto?... Conozco un sitio tranquilo cerca del olivo, si quieres...



Se entromete el chinche de siempre:


- Es que sois la monda, troncos. Con lo bien que se come fuera, al aire libre: me acabo de dar un banquete de plantones de pimientos que no veas. Jeje. Entre las hormigas y yo, los hemos dejado...
Menuda poda. jejeje

Añaden las trillizas, a coro:
- Sí, no estaban mal... pero preferimos comer en la despensa: es como una cueva de AliBaba: hasta tienen sésamo y todo. Lo malo es que no siempre podemos entrar: se empeñan en vaporizar un ambientador raro que nos hace toser...
Chicos, os dejamos: han preparado fruta en la cocina y esto sí que no nos lo perdemos.


Sigue el chinche de jardín, el más parlanchín:
-Y tú, colirrojo, ¿cómo llegaste al barrio?


-Verás: fue una noche de hace dos años, la de las Perséidas creo y tenía una cita con una lavandera (ya sabes: esto de las estrellas no falla para llevártelas al huerto) Pero no vino... Así que entré en el primer sitio abierto, para matar la noche, bebiendo... La pega es que la camarera se empeñaba en echarme fuera repitiendo:
"¡Ay! Mis cortinas recién lavadas. Mis cortinas... Ya verás como me va a dejar un "recuerdo" en las cortinas".
Más pesada la tía ésa con sus cortinas...

Se carcajea el ratón:

- Hombre, no son tan mala gente: a mí, me han salvado más de una vez de las garras del portero del local. Éste sí que es un mal bicho, el gato negro. Nos tiene enfilados a toda la familia... Y con su carita de no haber roto un plato en su vida, nos hace la vida imposible.

Bosteza la araña, columpiando su delgadez bronceada:


- Pues yo, si puedo, veraneo aquí. Se está más fresquito que fuera.
"Sólo ocupo mi rincón." ¿Sabes? Y me dejan tranquila...
Salvo por los grititos histéricos de vez en cuando "¡Una araña! ¡Una araña!" Ni que fuera yo un monstruo, no te digo...
Y eso que yo me depilo las patas, no como otras.
Tengo una prima en Cuba... *
(Siguen unas anécdotas sobre viajes y costumbres exóticas)

Se hace un silencio. Y pregunta la salamanquesa mirando pensativa a través del cristal de su vaso:


- Hablando de casos curiosos... ¿Sabéis algo de la escolopendra y del alacrán? Hace mucho que no aparecen por aquí...
- Cambiaron de barrio. No les gustaba: ya sabes, demasiada gentuza decían, poco seguridad... Se sentían perseguidos y esas cosas...
- ...Ah... Vaya... A mí me caían bien a pesar de lo ariscos...

En la noche calurosa, las conversaciones languidecen...
Y dice el chinche:
- Bueno, coleguis, haced lo que queráis con vuestro verano. Yo me piro. Me ha entrado un hambre feroz y le he echado el ojo a una terraza cercana: tienen una mata de albahaca que flipas... y se la voy a dejar ¡¡peladaaaaaa!! Jeje...Y creo que me tomaré también un chupito (o dos) de hojas de hierbaluisa (ya sabéis, para hacer la digestión)
¡Chao, peña! 

Todos le despiden riéndose:
- Pero ¡qué chinche eres, tío! Y no piensas más que en comer.
¡Hala! buen provecho y nos vemos mañana. ¡Cuidate!
..................................

Pompita cotilleando conversaciones ajenas en una terraza de verano.

*Araña peluda o Tarántula cubana

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martes, 12 de agosto de 2014

Un hada de verano


Ella se cree que no me doy cuenta, que no reparo en su llegada sigilosa.
Pero se equivoca. La sigo con el rabillo del ojo. La veo bailar, indecisa en el umbral de la puerta, de puntillas en la media luz, como atraída por el ronroneo del ventilador, con su larga falda veraniega de aguas ocres flotando alrededor mío.
Sonrío levemente, sin mirarla, sin palabras, disimulando.
No quiero caer en su trampa. Escapo de ella un rato, desviando los ojos de su silueta, haciendo oídos sordos a sus murmullos. Me concentro en mi libro, ignorando sus guiños.
Mirándola de reojo. Entre párrafo y párrafo.
Admirándola. Entre línea y línea. Recreándome en su contemplación.
Se desplaza como una patinadora artística, deslizándose con lentitud, mecida por su tarareo silencioso. Entrecierra los ojos, embelesada, entregada al pulso reposado de su propio vaivén. En un vals tranquilo, gira alrededor de mi cabeza, con susurro apagado. El vuelo pausado de sus alas de seda. Musita palabras incomprensibles. Como una mariposa. Acaricia mi nuca al pasar, roza mi frente. Su aleteo, cada vez más lento, me envuelve en tenues círculos concéntricos de arena etérea. Me hipnotiza.
Y la espiral desdibujada de mi respiración se acopla al compás de sus manos.
Se diluyen las palabras, se escurren sin remedio, se pierden, desenfocadas.
Y yo me pierdo en su sonrisa segura de si misma.
Entre sus brazos, cobijo calmo.
Pueden conmigo su aliento apacible, su dulzura insinuante, su llamada suave, insistente.
Me siento incapaz de resistirme, de negarme más tiempo...
Me rindo... Cierro los ojos...

No quería... pero me ha vuelto a seducir el hada de la siesta.


Pompita susurrada en la penumbra.

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martes, 5 de agosto de 2014

SPQR

Con las siglas hemos topado...


Parece que son lo más moderno en estos tiempos de velocidad, de mensajes truncados, casi incomprensibles omitiendo vocales que son las que dan voz precisamente: me refiero a los mensajes de móvil ... y a las siglas.
Y sin embargo llevamos siglos de siglas, creadas me imagino para simplificar el discurso, aligerarlo, hacerlo más rápido, más fluido... pero a mí, aunque uso unas pocas, me entorpecen la comprensión muy a menudo.
Cuando oigo hablar a los informáticos (estoy rodeada de ellos), me mareo. Y pronto, desconecto.
Lo mismo me pasa cuando leo el periódico o escucho en la tele discursos plagados de iniciales presuntamente claras pero que yo, muy suspicaz, sospecho encubridoras de secretos inconfesables. En el ámbito político o de las finanzas sobre todo...
Pero en todos los ámbitos en realidad.
Cada gremio tiene su jerga y sus siglas y estamos invadidos por ellas.
A la mayoría ya las entendemos de tanto usarlas:
RENFE, AVE, HDL, DRAE, OMS, ERE...
Aunque otras, seamos sinceros, no siempre las sabemos traducir:
WI-FI, TAC, USB, ADSL, DLNA, HDMI, CD-ROM...

(Y reconozco que (todo se contagia) yo también tengo las mías propias: inventos míos, caseros, códigos que uso a veces en mis mensajes privados y que, creo, sólo unas muy pocas personas pueden entender:
EDB... o... YVLR...o... PSS...  y algunas más que ahora no me vienen a la mente.)

Puesta a divagar...supongo que los romanos empezarían a usarlas porque decían varias frases interesantes cada día (esto ya es "vox populi"): frases dignas de ser grabadas en mármol para pasar a la posteridad y hacer las delicias de los profes de latín del futuro.
PD, AAAFF, EG, QED, NB... etc...  Sí, ETC también.

Y como cuesta tanto dar martillazos en la piedra dura (lo sabré yo que vivo en uno de los pueblos cuyos "berrocales" sirvieron para edificar buena parte de los monumentos de Madrid)... pues como decía, divagando, divagando, sospecho que los del Imperio romano se inventaron las abreviaturas, las siglas, para terminar cuanto antes con la tarea pesada y pasar a otra cosa más placentera como por ejemplo...
el disfrute de SPA.

Y de granito en pedrusco, de letras sueltas a letras con mensaje, llego a esta conclusión:
como decían los galos..."¡Están locos estos romanos!"
Frase que, por la traducción, no suena tan graciosa como dicha en italiano y por los italianos (romanos incluídos):

                                     "Sono Pazzi Questi Romani"


que traducido en siglas nos da... pues sí... SPQR... 

... Aunque no creo que ésta sea la traducción correcta... Jajaja
Más bien tenía algo que ver con el senado y el pueblo. ¿no?
El mundo de las siglas se presta a muchas malas interpretaciones 
 ¿no os parece?...
.............
PDCLS
o lo que es lo mismo... Pompita Divagando Con Letras Sueltas.

PS Por cierto... siguen existiendo los romanos (los de Roma capital)
    pero los galos, ya no. ;)
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martes, 29 de julio de 2014

Chupito de limoncello



Tengo que reconocer que a mí, el limón me gusta bajo todos sus aspectos. Es precioso en el árbol, es de tacto agradable, perfumando las manos sólo con acariciarlo. Es muy sabroso, fresco, oloroso, con su puntito de acidez y es de uso muy versátil en la cocina y fuera de ella.
Un chorrito transforma en el más sano de los refrescos un simple vaso de agua con gas o sin.
Unas gominolas de limón dejan un aliento agradable.
Imprescindible su zumo para aliñar un buen taboulé.
Limones confitados en sal compré en mi último viaje a Marruecos: cortado en cubitos es ideal para las ensaladas de verano y se conserva estupendamente en la nevera.
Zumo de limón con miel para el picor de garganta en invierno.
O un limón exprimido sin nada más para asentar el estómago es mano de santo para mí.
También la mermelada de limón es de mis preferidas a la hora del desayuno. Y si es Mi mermelada casera, es el no-va-más. (modestia aparte, jeje)

Hace poco vi en cierta Taberna  unas recetas caseras para sangría donde se echaba hasta limoncello.
Yo prefiero el limoncello sin nada más. Gustos... ya se sabe.
Y de la misma forma que existen tropecientas recetas de sangría casera, al limoncello casero, le pasa igual.
Y yo tengo la mía: una receta regalada  por una hacendosa "mamma siciliana" hace unos años, receta muy casera, sencillísima y varias veces experimentada. Una receta de confianza, vamos.
Así que hoy toca hacer limoncello y prolongar el embrujo de los atardeceres de la Campania, su zona natal que se disputa el invento con Sicilia donde abundan los limoneros también.
Sea de dónde sea, es una gozada el resultado.

Y si nos ponemos algo de música ambiental, mejor ¿verdad?
https://www.youtube.com/watch?v=QNwC8eZ7brE

Seguro que algo de su alegría pasará al resultado de

                                                           la RECETA:

Necesitaremos:

1L de agua (mejor filtrada)
1L de alcohol blanco para fruta
1kg de azúcar
1kg de limones (sin tratar y mejor de una clase dulce como los sicilianos)
Se utiliza sólo la piel de los limones que se pelan con el pelador de verduras y con mucho mimo, cuidando el no coger más que la parte amarilla (la piel blanca interna le daría este sabor agrio y el aspecto turbio de ciertos limoncellos comprados y no es lo que queremos sino su acidez refrescante y transparente.)



Se ponen estas peladuras a macerar en el alcohol, 
en un recipiente hermético.

Y a las pocas horas, ya ha adquirido un leve color.

Y ¿qué hacemos con los limones?...
Yo suelo utilizar los limones pelados para hacer una limonada para los abstemios y/o los niños de la casa.
Se puede hacer también otra receta siciliana muy muy muy popular:
un sorbete fino llamado "granita" allí (o granizado aquí) que no es en realidad otra cosa que hielo picado muy fino, zumo de limón y algo de azúcar para los que quieren: es de lo más refrescante.


Pero como a principios de julio las temperaturas no incitaban mucho a tomarse una "granita", hice otra cosa con el zumo (un experimento de los míos... ya os contaré otro día.)
(Ahora que lo pienso... el 3 de julio fue el día de la gran granizada en Madrid y otros puntos de España... curioso...)

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Sigo con el limoncello:
Al cabo de unas tres semanas más o menos, en la tranquila sombra de la despensa se ha producido el milagro: el alcohol ha adquirido el color del limón y la piel se ha vuelto blanca...


Bonito ¿verdad?...parece un rayo de sol embotellado para alegrar las tardes nubosas...
Pero no es el momento de quedarse embobada admirando: es el momento de hacer un sirope mezclando el azúcar y el agua hervida.
Lo dejo enfriar del todo y una vez frío, le añado la maceración de limón en alcohol, filtrando para quitar las peladuras.
Lo guardo en la despensa unos días más, agitando la botella de vez en cuando (para terminar de diluir el azúcar.)
Y lo paso a unas botellas bonitas (con la vista también se disfruta ¿verdad?)


Se puede consumir de dos formas:
o bien muy frío y servido en unos chupitos puestos previamente en el congelador
o bien a temperatura ambiente; algunos lo preferimos así por ser más intenso su sabor. Y así nos lo obsequiaron Domenica y Giuseppe en nuestra última noche en Tropea (aquí habría que añadir un emoticono de suspiro ;)


Su único inconveniente es que es tan sabroso y perfumado que, aún sin ser adicto a los licores, te puedes emocionar y repetir y repetir... y sin darte cuenta, ponerte a cantar el "O sole mio" al final de la velada. Cosa que está muy bien. O intentarlo, cosa que puede molestar al vecindario.
Esto depende de la voz de cada uno...
 ... y de cuanto amor hayáis dedicado a la elaboración del limoncello.


                                  
                                                        https://www.youtube.com/watch?v=343JnsU7Ej0

Pompita con sabor italiano.

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