martes, 3 de junio de 2014

Un paseo


Al entrar en el ascensor, le rodea un perfume a té verde: saluda a su vecina de rellano.
El portal con su olor a lejía.
Cincuenta pasos. Apetitoso aroma de panadería.
Sigue contando pasos hasta la frutería.
En la floristería han sacado fragancias a la acera.
Parada en el semáforo.
Vaharadas de colonia infantil luchan contra tubos de escape.
Cruza. Y sigue apuntando: madera, barniz. Pescado. Una radio desgrana melodía primaveral.
Al llegar al parque, un vientecillo cargado de mimosas y pájaros le acaricia la cara.
Se sienta en un banco. Papelera con envoltorios de bocadillos de chorizo y efluvios de alcohol. Recuerdos perrunos.
Se va. Desandando el recorrido. Compras.
El portal lo recibe con frescor a cristales limpios.
Sube escalones olorosos.
En el primero, cebolla frita. En el tercero, sardinas.
Al entrar en casa, un acogedor aroma a asado. Sonríe.
Deja barra de pan, fresas y ramo de rosas en la mesa.

Dobla el bastón blanco y lo cuelga del perchero.

- ¿Qué tal el paseo?...  ¡Oh! ¡Qué rosas! ¡Qué bonitas!
    Gracias, cariño. ¡Qué bien huelen!

- ¿Sabes a qué huele todo nuestro barrio? Ven. Te lo voy a contar.
    Es una historia muy larga: cierra los ojos...

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Pompita con perfume. 
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