martes, 5 de septiembre de 2017

Y le dijo...

¿De qué te ha servido? No entiendo por qué lo hiciste...
No. Francamente no lo entiendo...
¿No estabas a gusto con la tripa llena rozando el suelo? ¿Con la estabilidad de tus cuatro puntos de apoyo? ¿Con retozar libremente en mis laderas?...
¿Porqué lo hiciste? ¿Curiosidad?... ¿Envidia de los pájaros?...
Primero levantaste la cabeza, te vi.
Para mirar más lejos supongo; por encima de mi hombro...
Luego levantaste una mano y más tarde despegaste la otra; pensando quizás que así tocarías el cielo...
Y repetiste tanto el movimiento que, a pesar de tu torpeza inicial, conseguiste levantarte.
Ebrio por el descubrimiento, asiendo cualquier cosa con la ilusión de verte erguido. Y no satisfecho con ello, empezaste a pensar, a inventar, cada día más lleno de orgullo.
Este orgullo que te hizo querer dominar mi mundo; hasta el punto de adjudicar nombre a cada cosa que veías para hacerlas tuyas y sólo tuyas. A las montañas y los valles, a los ríos y los océanos, a las plantas y los animales; a todos nosotros...
¡Hasta bautizaste a las estrellas sin considerar que no te necesitaban para brillar!... Ni ellas ni la luna que pisoteaste en tu afán de dominarlo todo.
¿Porqué te hiciste bípedo?...
No entiendo porqué lo hiciste... Yo que tú, no me sentiría tan orgulloso del resultado...
Ya no tienes remedio...
Pero a pesar de estar erguido, sigues siendo pequeño para mí. Muy pequeño...
Escucha mis palabras. A menudo me enfado, te avisan mis volcanes, mis huracanes, mis terremotos, los glaciares o las abejas... Pero te dejo vivir.
Tú a mí me incordias, constantemente. Casi no puedo respirar... Así que intenta molestar lo menos posible porque no puedo con el humo tóxico que sale por todos los poros de tu piel,  de tus narices siempre hinchadas y también de tu boca, casi siempre sucia... y sobre todo de tu ombligo que admiras tanto...
Me cuesta respirar...
Y si un día yo dejo de respirar será tu fin, Hombre...

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Pompita...
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