jueves, 25 de enero de 2018

Del Dy al Ho


Del Dy al Ho hay sólo un paso. Un número que cambia en mi tabla periódica vital. En cada cumpleaños, la consulto como quien consulta su horóscopo del nuevo año . Ya sé que no me aporta nada pero es una manía. Una más. Pero porqué no...

Y hoy... tachan, tachan... es mi cumpleaños.
Pero hoy este paso lo doy sin saltar de un año al otro con agilidad (esas malditas articulaciones grrr) ni con el delirio de teclas que se desparraman barrocamente, como a mí me gusta. No tengo tiempo...
No tengo tiempo para organizaros aquí una fiesta como me gustaría, con globos de colores, juegos de pista en el jardín y tarta (de chocolate por supuesto) Y también picoteo vario y alcoholes si queréis. No tengo tiempo... O el tiempo que tengo no lo sé manejar...
Demasiada agitación (o demasiada ensoñación) y poca realización. Cambio de dirección con reloj-brújula de brujos sin otras agujas que el segundero y el minutero que se comen las horas... Vagancia del cuerpo... Demasiado ruido externo... ¡Yo qué sé!...

"Vamos ... ¡Muévete!" me susurra la loca de mi casa.
Y no. El lápiz tigre se queda dormido. (y me pregunto cosas tontas e inútiles del estilo: ¿hibernan los tigres igual que los osos? Por supuesto que no. Pero por si acaso, me lo pregunto, nunca se sabe.)
Tranquilos, no me pasa nada. Sólo esto: hay preguntas vitales que no tienen respuestas. Y me quedo atascada, soñando, divagando, pensando (esto poco porque cansa aún más que la clase de pilates), holgazaneando... Me gusta holgazanear ¿pasa algo?...

Así que, como mis musas están cubiertas de hollín de la chimenea por donde intentaron colarse siguiendo el consejo bien intencionado de una vecina, y como ni las pompitas consiguen echar a volar por encima del tejado de mi "desván", ni han aparecido tampoco hadas en el jardín a pesar del tiempo casi primaveral, hoy me permito repetirme (y que nadie se atreva a intentar impedírmelo: hoy es mi cumple y hago lo que me da la gana)
Y me permito sacar del baúl de los recuerdos una cosa del tiempo que escribí ... hace tiempo.

Tiempo, tiempo, tiempo... me persigue esta palabra últimamente... ¿será un virus?... me lo tendrán que mirar... Qué pereza! Otra vez pedir hora, esperar y todo el tinglado posterior... mejor me quedo en mi caracola esperando que se me pase ¿no?...
Tranquilos, no me pasa nada. Sólo esto. Que estoy esperando que se me pase lo urgente para dedicarme a lo importante... Dos tubitos de cristal.

Y mientras tanto, me preparo una infusión para brindar con vosotros; ya sé que no se estila pero el alcohol me sienta fatal y podría desvariar aún más, empezar a tutearos y cosas por el estilo...
Ps. Vosotros os podéis echar otra cosa en la copa por supuesto:
             lo importante es brindar juntos y compartir... tiempo.

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 El reloj de arena...


"-Y esto ¿qué es?
- Es un reloj. Como ves, está lleno de granitos de arena que al caer miden el tiempo. Va lento o rápido, depende de los ratos, buenos o malos. Algunas veces parece que se atasca...
Las chinitas del andar del tiempo...
Pero se vacía inexorablemente.
Y termina su historia cuando todas las arenas han caído.
Y cambia de mano."

Cambia de mano. Y de nuevo alguien pregunta:

"-Y ¿esto qué es? ¿Para qué sirve? ¿Por qué tiene tres colores? Tres velocidades ¿para qué? ¿por qué tres tiempos?
- Uno es para gastarlo: el cuerpo, el trabajo, el dinero,...
  Otro es para llenarlo: los estudios, las lecturas, las ideas compartidas, las conversaciones...
-Y ¿el tercer color?
- Bueno... depende de la infusión de cada uno... Verás..."

Pero no oye la respuesta: sin infusión, se ha dormido, recostándose en su juventud.

Un día, llegado su tiempo adulto, al prepararse una infusión, recuerda sus ingenuas preguntas y la media respuesta que se le dio.
Y la completa desde su desvelo:
"- El otro color es el del tiempo que dedicarás a tu corazón, tus ilusiones, tus sueños..."

Vuelve a mirar los tres tubitos de cristal, con sus arenas de color,
con sus tiempos de infusión más o menos largos.
Se pregunta cuál ha sido el color de cada tiempo,
de cada infusión de su vida...
Y se pregunta también si puede darle la vuelta al reloj...
Y a modo de respuesta, le da la vuelta.
Quitando la etiqueta que seguía pegada en un lateral.

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Pompita con tres colores...
Que dediqué en su tiempo a un querido vecino desaparecido...
Y hoy, va por ti, Tesa que tan bien aprovechas tu tiempo. :))
Yo, le tuve que robar horas al sueño para estar aquí hoy...
Ayudada por supuesto por la luna que siempre me desvela :D

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martes, 9 de enero de 2018

Magia incomprendida

Salían de la ducha, apenas envueltos en las mantas esponjosas de ondas grisáceas colgadas de los árboles. Y lo adivinaron todo al toparse con la silueta negra que los olisqueaba desde abajo:
El gato apenas se movía, husmeando el cielo donde hoy no adivinaba ningún aletear prometedor.
El animal no entendía nada de este silencio expectante y sin ecos.
Pero ellos lo sabían desde hacía días: pronto les dejarían salir a tropel para jugar. Sus rizos blancos brillaban de impaciencia, su piel azulada se estremecía de placer anticipado...
Repasaron las imágenes guardadas de sus anteriores juegos y fechorías y ya listos, se amontonaron cerca de la puerta: era su hora. Iban a caer mansamente o bailando encima del paisaje.
Y los duendes de los copos hicieron su entrada. Nieve susurrante.
Nieva. Y sigue nevando. El gato negro se pasea, lame las gotas blancas que se escurren en su lomo. Y, desconcertado, da una vuelta al jardín irreconocible. Espera el sol... que hoy está de huelga.
El cielo sigue lleno de duendes juguetones. Le incordian: no entiende la risa de estos seres mojados y azules.
...Y se refugia en casa, cerca de la chimenea que ronronea.

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Pompita blanca y sonriente.
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